viernes, 15 de febrero de 2008

Vuelta del trabajo



Lloras de impotencia. Esas lágrimas sé distinguirlas. Acuden sin necesidad de consuelo, acuden con un hacha al cinto y un cuchillo entre los dientes. Son lágrimas piratas.
En el suelo están los pedazos de tus tres años de esfuerzo. Te ofrezco pegamento pero no quieres unirlos otra vez, les das una patada y se esparcen por los rincones de la habitación, se mezclan con las pelusas. Te dejo sola y preparo la cena. Intento recordar tu comida favorita pero me faltan los ingredientes de la memoria. Hago patatas fritas. Engordan, me dices. Te acaricio la cara.

Ya no lloras pero tu mirada tampoco consigue escapar del lugar donde ha huido.

1 comentario:

Lara dijo...

¿Quién era el que no sabía ser íntimo, desgarrador con sus palabras? Tú no eras, ¿no?

Me has dejado un huequito.

Ahora me pregunto cosas.