martes, 4 de diciembre de 2007

La ciencia va a eliminar

Te veo teclear, con la luz del flexo ocultando que me quieres, como si se te fuera la vida en cada pulsación. Llevas así tanto tiempo que tienes forma de silla, mirada de silla, haces el amor como una silla… Y yo pienso que la obligación tiene forma a medio camino entre el sueño y un plato de patatas.
Me duelen las cervicales, dices volcando hacia atrás la cabeza. Me acerco y te beso el cuello. Es más aquí, apuntas señalando hacia ningún sitio, y me doy cuenta de que mis besos no tienen el poder analgésico que les presuponía. Está escrito que el conocimiento no ocupa lugar, pero nadie avisó que para avanzar consume cariño. Cierras los ojos. Noto cómo sigues pensando: fórmulas, datos, estadísticas, almas...; naturaleza que cae rendida a la evidencia. Te doy un masaje.
La ciencia va a eliminar la posibilidad de Dios, y con ella, la esperanza de creer que necesitamos un dueño.
Me miras y sonríes, me das las gracias, vuelves a observar la pantalla: el gráfico indica que la contaminación es un arco iris de un solo color, o que el coche vuelve a tener asma, o que no hay diferencia entre un liquen y un abrazo. No sé, me preguntas qué me parece y no lo entiendo. De repente, estoy aterrado ante la perspectiva de hacer otra cena, ante la perspectiva de que no me digas de nuevo que me ha salido muy rica y de tu boca sólo salgan ecuaciones que relacionen la verdura con el costo de una lágrima. Pero, en un segundo, te estiras y me rodeas la cintura. Restriegas tu rostro por mis piernas, busco tu olor, dices, me gusta. Hurgas en la ingle, el olor tuyo, te escucho susurrar, el que nadie te puede quitar, ocre, vanidoso. Aspiras con profundidad, siento que me arrastras a mí en ese aire que te atraviesa los pulmones, que me instalo en el lado especular de tus pechos. Sacas la cabeza y mi pene, me dices que ese olor lleva un animal dentro, que los perfumes se inventaron para borrar al ser humano de la faz de la tierra, para convertirnos en figuras de cerámica. Y respiro aliviado.
La ciencia va a eliminar la posibilidad de que podamos clavarnos lo desconocido, la ciencia va a clausurar el cuarto de juegos de la razón, pero para eso todavía queda mucho tiempo.


2 comentarios:

Lara dijo...

ME
ENCANTA
ESTO
MUCHÍSIMO

Anónimo dijo...

Sensual y tierno a la vez; pura poesía. Una maravilla