lunes, 13 de abril de 2009

Kosolapov



El año que se suicidó mi hermano, el Sporting fichó a Kosolapov.

Era un centrocampista que nunca entendió que significaban la cosa redonda que corría por la hierba. Cuando debía cubrir a su hombre, estaba haciendo una ayuda a un compañero; si debía hacer una ayuda a un compañero, corría pegado a un jugador contrario.

Una vez lo encontré en la playa. Era finales de septiembre. Tenía el aspecto de un San Bernardo con el barrilete vacío. Poca gente aprovechaba el veranillo de San Martín. Él miraba al mar fijamente. Le pedí a mi madre un papel para que me firmara un autógrafo y me dio un ticket del supermercado. Me acerqué con timidez, le extendí el papel y el lápiz. Me observó durante unos instantes, casi asustado, incapaz de sonreír.

Tomó el papel, escribió algo en ruso e hizo un garabato. Yo me volví con mi madre, no miré siquiera la firma. No le dije mi nombre. Al poco rato, se puso una camiseta y se fue.

Sólo marcó dos goles aquella temporada. No terminó la temporada, en diciembre volvió a Rusia.

Todavía conservo el autógrafo aunque nunca lo he leído.


9 comentarios:

Angeles dijo...

Cuando termina un año pierde su nomenclatura, para pasar a ocupar un lugar en nuestra memoria, con el nombre de aquellos hechos que dejaron su huella en el.

Recuerdo en mi caso años importantes, el año de mi primer beso, el año que me fui de casa, el año que conocí a alguien especial, el año que nacieron mis hijos, el año que murió mi padre…y así, con casi todos los años.

Es un placer haber pasado por tu casa.

Un beso

Sara Royo dijo...

Lo q realmente importa es lo q nos pasa mientras vivimos. Algunas cosas marcan tanto q dan nombre e identidad a una época; son los resortes de la memoria, la élite del recuerdo.
Un besico.

Crisandbar dijo...

No se quien eres, pero me encanta tu blog, me has ganado por las letras =)

Milay dijo...

Lamento lo de tu hermano...
y también lo de Kosalapov...
Y sólo un poco lo del autografo.
salu2 y abrazos.

Anónimo dijo...

Qué buena entrada. Me explico: el jugador ruso que fracasó en España no tiene relevancia alguna. Seguramente, nadie, salvo tú o tal vez algún coleccionador de estampillas se acuerda de él. Sin embargo, el relato es cautivante. Tú que vas pedirle el autógrafo a un futbolista que sabes famoso, que ese día soleado, mirando hacia el mar constantemente, probablemente extrañaba su Rusia, abrazando en su soledad el recuerdo de la nieve, de su gente. ¿Qué habrá pensado cuando le pediste el autógrafo? A lo mejor se acordó de cuando era niño. No lo sé. Este relato cuenta mucho en pocas palabras. Saludos. P.d. La entrada de abajo me encantó.

Carlos Lucero dijo...

jeje
divertido y melancólico
sesasí

descalza dijo...

¿Estamos en pause? espero que sólo sea eso. Saludos.

Discos Inauditos dijo...

Jaja, me has hecho cagar de la risa con este post. Muy bueno.

Elena dijo...

Me ha cautivado cómo has cristalizado la soledad y la desesperanza de tantos personas en una sola mirada perdida sin palabras que se entiendan en un ticket; como lo éterea que es la vida.
Si no te importa, te seguiré a partir de ahora desde mi rincón...